viernes, 15 de enero de 2010

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Pan de pascua, cola de mono, sillones negros, lamparas de pie con brazo que se extiende y te ilumina la lectura, arboles frutales en el patio, farolito bajo la pérgola...miles de suspiros, el teléfono que no para de sonar con voces chiquititas que reclaman abrazos congelados meses atrás. Todo empieza a tornarse "la raja", "bacán", "una hueá buena onda", "chucha qué heavy lo que me contai", "por la cresta que están grandes los niños", "qué lata el calor", "qué fome la segunda vuelta en las presidenciales".
Estoy en medio de la familia, en el centro mismo del huracán, pero a la vez, en la raíz, en esa tierrita recién regada, con ese olor único y con el sonido memorable de cada tabla que cruje sus secretos.

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